EL DR. JUAN MARCOS CASTRO BONAÑO DEBATE EN LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS SOBRE LOS LÍMITES AL CRECIMIENTO DE LA CIUDAD DE MÁLAGA
El pasado martes 8/04/2025, la Academia Malagueña de Ciencias celebró una sesión pública dentro del ciclo de los “Debates en Moratín”, donde intervino el Dr. Juan Marcos Castro Bonaño para exponer sus opiniones sobre: “Málaga ante los límites al crecimiento”. La presentación del ponente corrió a cargo del académico Dr. José Damián Ruíz Sinoga.
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EL DR. JUAN MARCOS CASTRO BONAÑO DEBATE EN LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS SOBRE LOS LÍMITES AL CRECIMIENTO DE LA CIUDAD DE MÁLAGA

La incesante expansión del turismo, el desarrollo inmobiliario y la industria cultural y tecnológica pueden limitar el crecimiento de la ciudad de Málaga.

 

El pasado martes 8/04/2025, la Academia Malagueña de Ciencias celebró una sesión pública dentro del ciclo de los “Debates en Moratín”, donde intervino el Dr. Juan Marcos Castro Bonaño para exponer sus opiniones sobre: “Málaga ante los límites al crecimiento”. La presentación del ponente corrió a cargo del académico Dr. José Damián Ruíz Sinoga.

 

El Dr. Castro se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales en el año 1993, y se doctoró en Economía por la Universidad de Málaga. Ejerce como profesor del Departamento de Estadística y Econometría de la UMA desde 1996. Sus intereses científicos son: la economía ecológica y la economía regional y urbana. Es miembro del grupo de investigación del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación: “Métodos de Análisis Socioeconómico. Datos borrosos (SEJ312)”. Ha sido director del Observatorio Provincial de la Sostenibilidad de Málaga, promovido por la Diputación Provincial de Málaga y la UMA.

 

El Dr. Ruíz Sinoga inició la sesión enmarcando esta intervención como parte de las sesiones dedicadas al “Urbanismo y la realidad urbana de Málaga”, cerrando hoy este ciclo con la propuesta titulada “Málaga antes los límites del crecimiento”. Apunta que se trata de una cuestión que, desde la perspectiva conceptual o filosófico, es clave en la dinámica que ahora mismo estamos viviendo en la ciudad de Málaga y en la que pareciera como si existiera un desequilibrio entre la dinámica de crecimiento y los recursos. Tras agradecer la presencia del ponente cede la palabra al profesor Castro Bonaño.

 

Inicia su intervención agradeciendo a la Academia Malagueña de Ciencias la invitación para hablar de lo que podríamos llamar una ortodoxia económica. Antes de concretar lo que considera son límites claros al crecimiento de Málaga, quiso poner sobre la mesa el encuadre metodológico que le lleva a realizar los siguientes planteamientos. En este posicionamiento es importante comentar que la economía ecológica y el decrecimiento no son conceptos nada nuevos, pues se lleva hablando de la cuestión hace más de 50 años, entrando en lo que sería la heterodoxia económica. Ya se cuestionaron en los años cincuenta los modelos NEOLIBERALES, como corriente mayoritaria o dominante en Economía. Entre estas aproximaciones como corriente de pensamiento, entre las que se abordan diversas cuestiones o “miradas de la economía ecológica” (energía, biodiversidad, escasez de materiales, etc.), se ponía en cuestión el hecho de que muchos de los problemas a los que nos enfrentamos en economía -como abordar la crisis climática o ecológica (que desde la economía denominan “policrisis”)-, eran provocadas por los instrumentos en los que tradicionalmente trabajamos en economía. Se observa entonces que el crecimiento económico es el mecanismo que autogenera las ineficiencias en la ámbito económico o social y que de forma sistémica no consigue resolver, únicamente lo hace en ámbitos restringidos. “No encontramos es vacuna a la pobreza o la escasez”.

 

Una de estas cuestiones es la propia del crecimiento, pues no existe una economía de mercado que conozcamos que este ajena a esta visión porque todas ellas participan de las mismas reglas de mercado, y la dinámica nos lleva a necesitar el crecimiento incluso para mantenernos en la misma situación. Es lo que se refleja en la paradoja de la reina roja de “Alicia en el país de las maravillas”, quién para mantenerse en el mismo lugar tenía que correr cada vez más rápido.

 

Nuestras economías tienen que consumir cada vez más recursos (materiales humanos y energéticos, económicos) para mantenernos en el mismo nivel de producción de bienes y servicios y así mantener el statu quo del sistema. Es lo que llamamos el metabolismo social en economía ecológica. Hay otros mitos, como el efecto derrame que pretendemos desmontar, como es el crecimiento que se visualiza con el espectáculo de llenado de las copas apiladas en forma de torre en las que circula el cava de arriba a abajo (países del norte), de forma que se van desbordando y derramando el líquido hacia las partes bajas de la torre, alcanzando así a las copas de la base (los países del sur). En otras palabras, los territorios que son objeto de la extracción de recursos que son procesados en las economías del norte global y que generan en la economía global el valor económico.

 

¿A que llamamos y a que no llamamos valor económico? ¿Cómo se obtienen los recursos necesarios para generar el valor económico? ¿Cómo el metabolismo es o no valorado y analizado para ver si estas economías son eficientes y consiguen satisfacer servicios y las necesidades de las personas y los mercados?

 

Vemos que la economía convencional no aborda este tipo de cuestiones. La visión que tenemos es fundamentalmente monetaria y una perspectiva en la que los flujos ecológicos y humanos no son valorados sino solo a los efectos del valor económico que producen. Esta visión irreal de los flujos nos puede llevar a adoptar decisiones que nos pueden llevar al colapso, que se produce cuando la balanza de los recursos disponibles y los necesarios se desequilibra y lleva a la caída de los niveles de consumo, que no es más que un decrecimiento abrupto en la que la escasez de recursos que lleva irremediablemente a un empobrecimiento radical.

 

¿Cómo cuadrar este asunto con el caso de Málaga? Es difícil evitar la incertidumbre por no disponer de métricas fiables de las ciudades. Parece un error pensar que las ciudades pueden crecer indefinidamente, y realmente lo estamos haciendo invisibilizando todos los flujos. Por ejemplo, dedicar cada vez más suelo para determinados usos económicos por ser los que más rentabilidad ofrecen, o dedicando recursos hídricos con fines turísticos siendo ajenos al uso ecosostenible. Podemos diagnosticar que esas ciudades que actúan de este modo han sobrepasado el nivel racional de crecimiento. Es lógico pensar que Málaga ya lo ha sobrepasado los límites y estamos en situación de “alta incertidumbre”.

 

El primero de los límites que podemos evaluar son los usos del suelo. Málaga ha transformado profundamente el territorio. Las ciudades son ecosistemas creados de forma artificial habiendo transformado estructuralmente el medio. Este ecosistema en Málaga ha llevado a artificializar el suelo y particularmente en la franja litoral (más del 80% del litoral malagueño), la más beneficiosa de la zona. Olvidamos otros usos interesantes para el suelo al no evaluarlo en términos de economía y se puede caer en el fenómeno de la irreversibilidad, derivada de nuestras decisiones de desarrollar las inversiones. El principio de precaución es algo que hemos de tener presente para no caer en procesos irreversibles.

 

Podemos considerar otro de los límites superados que es el de la Biosfera. La biodiversidad en el entorno de las ciudades es algo que se olvida sistemáticamente y se prioriza la finalidad estética, creando fondos verdes de uso recreativo casi para ofrecer imágenes que atraen la atención de los visitantes obviando la importancia del ecosistema natural. Necesitamos interactuar con los sistemas vivos sin cortar nuestros lazos con el ecosistema por causa del progreso, pensando erróneamente que el crecimiento nos llevará cada vez más lejos. Hemos roto el limite de la integridad con la biosfera.

 

Otro límite que se puede mencionar es el del cambio climático. Nos faltan más datos sobre la calidad del aire y analizarlo con detalle por barrios. Es necesario disponer de una amplia red de observatorios. También hemos sobrepasado el uso del agua dulce, por causa del propio crecimiento de la población estable y flotante que hacen uso del agua como factor productivo para el modelo turístico y residencial.

 

Otro problema no menor es el de los microplásticos que ya forman parte de la biología de las especies que habitan las ciudades. No menor es el de la acidificación de los océanos y la contaminación de los mares y playas, impulsando la perspectiva del valor económico de los litorales en lugar de incrementar el valor ecosistémico. Tras invocar el concepto de GAIA de James Lovelock menciona que somos “empleados de Gaia” y que por ello deberíamos de considerar otra forma de proceder. Recordó el hecho de que la economía tampoco escapa a la ley de la entropía -al segundo principio de la termodinámica-, pues cualquier proceso económico, desde la producción al consumo, genera entropía inevitablemente, pues estamos en un sistema cerrado que va de un estado de máxima disponibilidad, de orden, donde los recursos son fácilmente disponibles para la explotación (minería o recursos hídricos) y que cada vez van a ir un estado de máxima entropía de poca disponibilidad, por lo que tendremos que ir cada vez más hacia una economía circular caminando hacia modelos que sean más respetuosos con la naturaleza y la ecosostenibilidad.

 

Finaliza comentando que la situación que ahora mismo vivimos en el mundo no es decrecimiento pues no hay una cultura de decreciminento sino que es la imposición de una persona o un país, para tratar de dominar a la contraparte en el mercado. El decrecimiento trata de no poner en el centro el capital sino las necesidades y los recursos y debemos aplicar los principios básicos de reconceptualizar, revalorizar y contextualizar nuestras economías. Concluye resumiendo lo que denomina tres vectores para centrar la gobernanza de nuestra economía: 1. modelo de suficiencia. 2. Relocalización de nuestras economías. 3. Justicia social en economía, generando la forma de distribuir los recursos por el grado de satisfacer las necesidades de la sociedad y de nuestro ecosistema.

 

Tras una animada tertulia en la que intervinieron diversos académicos el presidente Fernando Orellana hizo entrega al ponente de una placa que recuerda su paso por la Academia Malagueña de Ciencias y unas publicaciones recientes.

 

La Academia Malagueña de Ciencias es una Corporación de Derecho Público, sin ánimo de lucro, fundada en el año 1872. Está dedicada al estudio, fomento y propagación del conocimiento científico. Forma parte del Instituto de Academias de Andalucía y es miembro del Instituto de España.

 

Más info: https://youtu.be/2VEr6a3gSJ8?si=XdM9cV0stxpcJoSI

 

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actualidad